PRIMERA LÍNEA

Bartomeu C. Moragues Jordà

Tergiversaciones históricas

 

     A lomos de su septuagésimo octavo aniversario, no puedo abstraerme a plasmar mi punto de vista sobre la manipulación premeditada de nuestra más reciente historia. Tal vez sea mi formación la que me lleva a intentar buscar no los hechos producidos, que tienen su importancia, si no en los orígenes o antecedentes que motivaron los posteriores hechos.

     Qué quieren que les diga, en la Historia nunca un hecho se produce por generación espontánea, por poner un ejemplo simplón hasta las setas aparecen no por milagro si no por la existencia de un germen o semilla que según cuales sean las condiciones ambientales y atmosféricas harán posible que tan excelso manjar brote, así mismo nos ocurre en los aconteceres históricos.

    Viene a cuento todo ello por la constante manipulación y el continuo bombardeo que a través de la propaganda, normalmente de partidos de izquierda, se realiza dándonos a entender que el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 apareció de sopetón sin mayores antecedentes en el panorama español para desgracia de la democracia y del pueblo español.

     Deberíamos buscar los antecedentes desencadenantes de la intentona y posterior levantamiento militar del 18 de julio de 1936 en la tortuosa y nada pacifica vida de la II República. Desde abril de 1931, recordar debemos, como unas elecciones municipales con victoria exigua pero victoria al fin y a la postre de los sectores monárquicos y de derechas, hábilmente manipulados por los sectores de la izquierda tomando las calles produjeron la cobardía del monarca borbónico reinante y su huida, no su abdicación, si su abandono por miedo a no concluir rodando su cabeza por los suelos; tal vez presentes en su mente los recuerdos del 21 de enero de 1793 con la decapitación de Luis XVI de Francia o los más cercanos del brutal asesinato de Nicolás II de Rusia el 17 de julio de 1918.

     Que la vida de España a lo largo del periodo de la II República no fue nada tranquila es más que evidente, querer hacer creer que ello es consecuencia de la actitud y la formas de gobernar de las derechas es insultante para la inteligencia del común de los mortales. Buscar inclinar la información a uno de los dos bandos es ofensivo. La verdad es que al supuesto aire de libertad que debía significar la república le podríamos aplicar el famoso dicho de que: “entre todos la mataron y ella sola se murió”.

     Podríamos establecer que los problemas de la república venían de lejos, pero los orígenes de la guerra civil los encontramos en la propia república no antes. La misma república, mejor dicho los partidos revolucionarios que en ella pululaban suscitaron un intenso sentimiento de esperanza en soluciones drásticas y revolucionarias, pero a su vez irreales, que posteriormente provocaron la decepción y el envenenamiento de los problemas año tras año hasta dejar expedito y sin otra salida que la de las armas.

     Querer hacer creer que la derecha se encargó de crear este ambiente es mentir. Cierto es que a lo largo del Primer Bienio 1931-1933 gobernó la coalición republicana-socialista encabezada por Manuel Azaña y que en ella se produjo la sanjurjada del  10 de agosto de 1932, pero no es menos cierto que a lo largo del Segundo Bienio 1933-1935, bautizado por las izquierdas revolucionarias como Bienio Negro, gobernó el partido republicano radical de Alejandro Lerroux y en ella florecieron varias y comunes intentonas; la famosa Revolución Socialista de Asturias entre el 5 y el 19 de octubre de 1934 y la proclamación del Estado catalán dentro de la República Federal Española del 6 de octubre de 1934. La instauración del denominado Frente Popular con las elecciones del 16 de febrero de 1936. La crispación y violencia reinante durante estos periodos de tiempo degeneraron en el posterior golpe de estado o levantamiento de los militares contra el gobierno de la república.

     El inicio del fin y el empezar la caída por la pendiente tuvo lugar con las elecciones de 1933, cuyo veredicto favorable al centro derecha fue rechazado de forma total y publica por las izquierdas motivando la ruptura de dichas izquierdas con las instituciones democráticas y por ende con la organización institucional y de ello dan fe los golpes de estado preparados en Barcelona por la Esquerra Republicana y en Madrid por el PSOE. En definitiva aquellos polvos revolucionarios trajeron los lodos del golpe militar del 18 de julio de 1936.

     No voy a defender aquí que la derecha fue una santita, no, no lo pienso hacer, pero tampoco me voy a callar que los golpes a la frágil estabilidad democrática fueron mucho más contundentes y violentos por parte de la izquierda que de la derecha. Simplemente recordar y quién quiera saberlo que busque los datos que la Revolución de Octubre, que así se llamó a la revolución socialista de Asturias, aparte de las afinidades ideológicas y coincidentes con la proclama independista de la izquierda catalana. Lo cierto es que causaron más víctimas los hechos de Asturias y Cataluña que la sanjurjada.

     Alguien en algún momento  debería explicar para qué, caso de Asturias, en una huelga general fue necesario armar al pueblo con los fusiles y cañones y por qué el momento histórico fue bautizado como revolución socialista y no como huelga general.

     Volviendo a los motivos de este escrito y la generación espontánea de los hechos históricos, querernos hacer comulgar con la piedra de molino de que el 18 de julio de 1936 la derecha española se volvió loca de repente, es querernos hacer tragar un sapo excesivamente grande. Culpar a los demás, obviar y ocultar las responsabilidades propias de la izquierda revolucionaria de la época, que quieren que les diga, como mínimo es tener una desfachatez espectacular y una memoria histórica excesivamente selectiva y excesivamente escorada hacia la manipulación.


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