Bajo este título Alfonso de Zayas pretende dar explicación sobre la que sería la primera intervención política que de forma pública realizó la Falange mallorquina a los pocos meses de su creación.
Al contrario de lo que establece Alfonso de Zayas en su libro sobre la Historia de la Falange en Mallorca, no fue el 17 de enero de 1935 la fecha de “la primera escaramuza”[1] del movimiento nacional sindicalista mallorquín.
Cae el marqués de Zayas en la confusión entre las celebraciones del santo eremítico San Antonio Abad, 17 de enero, y las del santo franciscano San Antonio de Padua, 13 de junio, la primera de profunda tradición en la isla de Mallorca, con la bendición de los animales, la segunda ya perdida en desuso que a inicios del verano organizaba y celebraban la Reverenda Comunidad de Padres Capuchinos[2], la Pía Unión[3] y la Juventud Antoniana[4].
Con lo cual es preciso enmendar la errónea datación de Zayas, indicando que esta primera intervención publica de los falangistas mallorquines debe ser data con fecha del 13 de junio de 1934.
Establece el primer jefe Provincial del movimiento falangista en Baleares la errónea datación, consideramos imperdonable, por ser la primera de las actuaciones con clara repercusión pública.
“Pronto ciertos acontecimientos nos dieron ocasión de demostrar el valor y la eficacia de las Milicias de Falange, destinadas a contrarrestar el predominio de las organizaciones marxistas. En Mallorca tiene una tradicional solemnidad la fiesta de San Antón, que alcanza a los más apartados lugarejos isleños. Se celebran procesiones y cabalgatas en ciudades, pueblos y aldeas serranas”[5]
Esta errónea introducción de fecha es seguida por la afirmación:
“Pues bien, aquel 17 de enero de 1935 los elementos izquierdistas estaban decididos a impedir el paso de la tradicional procesión de San Antón y aun su salida del convento de los Padres Capuchinos”.
La prensa local del 17 de enero de 1935 no lleva ningún tipo de referencia a tal circunstancia, todo lo contrario, los cuatro diarios de la ciudad de Palma: La Almudaina, Correo de Mallorca, El Día y La Última Hora nos señalan la normalidad más absoluta en la celebración de la tradicional cabalgata organizada por la Sociedad Hípica de Mallorca[6] con su lucido desfile por las calles de Palma de los animales, carros y carrozas que frente a un “gran número de personas” que asistían al desfile y a la posterior bendición realizada frente a “Sant Antoniet”.
Quien sí nos ofrece mayor exactitud sobre la famosa “primera escaramuza” es quien fuera el primer secretario Provincial de Falange; Antonio Nicolau:
“Una de ellas es nuestra intervención en la procesión de San Antonio que la Juventud Antoniana llevó a cabo en el año (creo que 1934); nuestros falangistas fueron allí (yo no fi [sic] por haber sido dicha procesión en jueves y estar en Inca como he hecho durante todos los jueves), en aquella procesión se liaron a porrazos nuestros camaradas y los obreros marxistas pero la procesión se hizo; un municipal que allí había para poner orden estaba borracho y creo que no se le hizo nada a pesar de estar en el poder las derechas”.[7]
Dicha afirmación sí halla ratificación en lo publicado por la prensa local el día 14 de junio; mientras La Almudaina explicaba lo acaecido bajo el titulo “En los Capuchinos. – Incidentes durante la procesión”; El Correo de Mallorca indicaba: “La procesión. – Grupos extremistas intentaban impedirla [la procesión]: entre los alborotadores un guardia urbano. – Palos. La procesión recorrió el itinerario fijado”; El Día nos señala: “Se repite el atropello. Incidentes en una procesión” mientras que La Última Hora refleja un lacónico: “En los Capuchinos. – Incidentes durante la procesión”.
La mayor aportación sobre el suceso la encontramos en las páginas del Correo de Mallorca[8]
“Había circulado clandestinamente por esta ciudad unas hojas, que tuvimos ocasión de leer, convocando a los extremistas para impedir la procesión. Efectivamente, antes ya de empezar se reunieron varios grupos de extremistas en las inmediaciones de la iglesia de los PP. Capuchinos, al objeto de perturbar aquélla en lo posible; no lo consiguieron, sin embargo, gracias a la entereza de los fieles y a la intervención de la fuerza pública.
Los extremistas pretendieron impedir la procesión, mas los fieles se opusieron a ello. Hubo palos. Intervino también, activamente, la fuerza pública que consiguió dispersar a los alborotadores.
Hubo un incidente lamentable: un guardia urbano en lugar de invitar a los grupos perturbadores a que se retirasen, los envalentonaba con algunos gritos. Dicho guardia, detenido, fue conducido a los Capuchinos[9] y más tarde a la Comisaría de Policía.
No obstante, los gritos de los individuos que, con ánimo de producir disturbios, reuniéndose allí, la procesión recorrió el itinerario prefijado: calles de Zanoguera, Obispo Maura, Avenida de Alejandro Rosselló y Eusebio Estada.
Los guardias de Asalto tuvieron, en algunas ocasiones, que despejar y dar igualmente golpes de porra, no registrándose, empero, ningún herido de consideración.
Merece duras censuras y enérgica protesta la actitud de esos elementos que pretendieron, sin conseguirlo, que no se pudiera llevar a cabo la procesión.
Son dignas de aplauso las medidas tomadas por la autoridad para evitar que los extremistas lograran la realización de su propósito”.
Este primer relato se vería corroborado por el parte realizado por el teniente de Seguridad Pujolá mediante el cual informaba al Gobernador civil de los incidentes ocurridos:
“En cumplimiento de lo dispuesto por V.E. a las 18’15 horas fue establecido servicio compuesto por 28 clases y guardias en la Plaza de Eusebio Estada y calles Avenida de Alejandro Rosselló, Obispo Maura y Zanoguera para mantener el orden con motivo de la procesión que debía salir de la iglesia de Capuchinos a las 19’30 horas. Se observo a primera hora que en la citada plaza se estacionaban grupos de obreros, muchos de ellos con bicicletas, en actitud espectante [sic] si bien se notaba en ellos alguna agitación.
Distribuidos los guardias en las esquinas de las citadas calles se procedió a dar un toque de atención para que los grupos se retiraran a distancia superior a 125 metros, dejando solo en la plaza y avenida a las mujeres y a los niños, sin que fuera interrumpida la circulación de vehículos.
Llegada la hora salió la procesión y de un grupo que se hallaba en la esquina de la calle de Zanoguera en su mayoría mujeres se destacaron éstas y algunos individuos que hasta aquellos momentos habían permanecido quietos dando gritos y silbando por lo que se les hizo retirar de aquel lugar sin violencia ni resistencia, pero otros grupos que se hallaban a una distancia de 100 metros avanzaron en masa tirando piedras desde un solar adjunto a la Estación del Ferrocarril y silbando a las fuerzas y a la procesión, por lo que fue necesario dar varias pitadas con los silbatos e intervenir con las defensas, consiguiéndose, de este modo, que se retiraran los grupos. La procesión continuó haciendo el recorrido legalmente autorizado.
Como advirtieran los transeúntes que el guardia urbano núm. 68 excitaba los ánimos de varios individuos unas veces frente a la Estación de los Ferrocarriles y otras en la calle de Zanoguera para que fuera interrumpido el acto y viéndose que luego varios individuos se introdujo en la procesión para disolverla, dispuse su detención desarmándole de un revólver Smith con cinco cápsulas que dijo tenía para su servicio, propiedad del Ayuntamiento, siendo conducido primero a la guardia de la Cárcel y después al depósito de Capuchinos. Más tarde fue conducido a la Comisaría de Vigilancia donde dijo llamarse Juan Capella Olives, de 33 años, casado, natural de Mahón.
Renació la tranquilidad después de terminada la procesión”[10].
Pues bien, anécdota a parte de la confusión del santoral por parte de Zayas, de la lectura de la prensa diaria de Palma poca rentabilidad política favorable a dar a conocer a la Falange se puede deducir puesto que en ninguna de las crónicas ni en ninguno de los comunicados oficiales sobre los incidentes ocurridos realizan mención alguna a las milicias falangistas intervinientes en la protección y defensa de la procesión.
Los únicos que nos indican que fueron los falangistas el muro de detención de las provocaciones extremistas son Alfonso Zayas, con su error de fecha y Antonio Nicolau.
De la lectura de los cuatro diarios palmesanos poco podemos deducir que sirva como indicación de que quienes actuaron como elemento de protección fueran los jóvenes falangistas mallorquines.
[1] Alfonso de Zayas y de Bobadilla. Historia de la Vieja Guardia de Baleares. Imprenta Sáez, Madrid 1955 pág. 21.
[2] Orden Religiosa Franciscana fundada en 1545 por Mateo de Bascio, también conocida como los Hermanos Menores Capuchinos.
[3] Institución Teresiana fundada en 1924 por Pedro Poveda, conocida como Pía Unión de Fieles promotora de la organización de las Estudiantes Católicas y de las Juventudes Femeninas Universitarias.
[4] Movimiento Juvenil Católico fundado en 1928 por el padre capuchino Atanasio de Palafrugell como impulsor de diferentes tipos de actividades culturales, deportivas y religiosas.
[5] Alfonso de Zayas y de Bobadilla. Historia de la Vieja Guardia de Baleares. Imprenta Sáez, Madrid 1955.
[6] Organismo creado sobre los años 20 del pasado siglo con dedicación exclusiva al trote con la idea de fomentar la raza trotadora autóctona.
[7] Antonio Nicolau Montaner. Historia de la Falange, documento sin datación.
[8] Correo de Mallorca. Diario católico del jueves día 14 de junio, páginas 2 y 5
[9] Depósito Municipal de detención.
[10] Correo de Mallorca. Diario católico del viernes 15 de junio de 1934, páginas 2 y 4
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