Es de sobra conocida la frase de “de aquellos polvos vinieron estos lodos” que el acervo popular utiliza para recordar que hasta de las pequeñas cosas se extraen consecuencias. Como no podía ser de menos, en este país donde una inmensa mayoría de los ejercientes políticos, más que políticos se han convertido en mauleros o sea sé en embaucadores y engañadores sin artificio ni disimulo alguno para con quien deberían servir y no servirse de él, es decir, al pueblo o la ciudadanía si se prefiere. Un país capaz de encumbrar a un desnortado soñador no utópico, que tendría su mérito, un soñador o mejor dicho un personaje que aparte de alguna telaraña cerebral demostró tener su capacidad craneal llena de nubes. No es de extrañar que su ansia de revisionismo de la historia, más en línea con una revisión no académica, más bien todo lo peyorativa que pueda resultar en la concepción pseudocientífica nos haya traído el lodo del odio y el enfrentamiento visceral entre izquierdas y derechas actuales que nos acercan a lo ya vivido en las pretéritas fechas allá por la década de los treinta del pasado siglo.
Hoy en día, la maula, que es lo que significa el engaño o artificio, los tramposos pululan en el espectro político que no veas. Por cierto ya se me explicara qué es eso del bipartidismo actual, cuando hay cien y la madre en el catálogo de partidos, partidillos y rotos políticos. Hablo de tramposos por el efecto que tiene la intención de vendernos el todos contra el Partido Popular, no tienen jeta ni nada en su intención de vendernos que una vez pasadas las elecciones y en función de cómo se den los resultados pues eso, formaremos unas coaliciones de perdedores para que con la suma de los votos de todos los perdedores, haremos perder al ganador. Nada extraño en un país en dónde tras cualquier tipo de comicios nadie nunca pierde.
La verdad sea dicha, la presentación de cada una de las tendencias políticas de izquierda representa una forma a la cual cada ciudadano le da su respaldo o no, lo otro es una componenda aritmética de los votos de los ciudadanos, uno en su inocencia creía que el voto era del ciudadano, pues no, según estos taimados vividores de la mamandurria, deciden que el voto una vez que se lo han asignado, no es el ciudadano, es del partido y por ello puede hacer de su capa un sayo, o de mi voto su voluntad.
La creación de un Frente Popular a posteriori, pues eso, me suena más a componenda y apaño que a oferta política. Yo creo en la política creativa y unificadora que no en los frentes anti lo que sea. Tal vez sea por aquello del vive y deja vivir que no me inspiran la más mínima confianza tales actitudes. Bien harían los actuales partidillos mal llamados progresistas en aprender de sus antecedentes allá por febrero de 1936 que sí tuvieron el valor de unirse en un frente popular en coalición electoral. Allí sí que los Azaña, Casares, Martínez Barrios, Lerroux, Prieto, Largo Caballero, Pestaña, Maurin, tuvieron el valor de formar eso del Frente Popular. Pero mucho me temo que los Sánchez, Lara e Iglesias actuales no están por la labor de ceder la poltrona ni el encabezamiento de la lista en aras de lo que luego nos intentaran servir como la mejor opción y que los votos que por separado nos pedirán, ya se encargaran de unir ellos para hacer el reparto de la gobernación del Estado.
Yo siempre he interpretado que quien queda el primero en alguna confrontación es el que gana, salvo en nuestra querida España que resulta que el que queda primero, es decir, el que gana, siempre pierde por el mero hecho de la suma aritmética de los perdedores, que por arte de su interesada lectura de los resultados se convierte en ganador, o sea, el mundo del revés, el vencedor es el derrotado y los derrotados resultan ser los vencedores, ver para creer.
PUBLICADO el 16 de septiembre de 2015
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