PRIMERA LÍNEA

Bartomeu C. Moragues Jordà

EL 17 a las 17

Como todo el mundo sabe, la simbología numérica de tan taurino número era la fecha y hora establecida por los conspiradores para que las distintas unidades del Ejército Español se concentraran y aprestaran a su preparación para desarrollar el levantamiento contra el Gobierno de la República del Frente Popular. Levantamiento que de forma escalonada y programada debería desarrollarse a lo largo de los días 17, 18 y 19 de julio de 1936.

De los cuatro modelos inicialmente preparados durante la conspiración militar, el que tuvo los mayores parámetros de apoyo en su realización fue el que definitivamente se puso en marcha. Así los militares fueron programando un levantamiento que de forma escalonada y gradual se iría desarrollando a lo largo de los tres días de julio de 1936.

Inicialmente. como así fue, el primer paso o si se prefiere, el salto desde la trinchera lo realizarían las tropas como mayor capacidad y experiencia, así como preparación que en aquellos momentos tenia el Ejército español, nos referimos a las tropas estacionadas en la zona norte de África o por llamarlo por su verdadero nombre en los territorios del denominado Protectora Español de Marruecos.

A este primer movimiento le deberían seguir los levantamientos de las distintas zonas con unidades militares en las cuales se contara con mandos de confirmado apoyo a la asonada militar: Burgos, Córdoba, Granada, Salamanca, Zamora, Valladolid, las cuatro provincias gallegas entre otras.

En tercer lugar se pondrían en marcha las zonas militares donde no existieran las seguridades necesarias de contar con los apoyos suficientes para el desarrollo del movimiento militar como eran los casos de Madrid, Barcelona y Sevilla. Las cuales recibirían ayuda por parte de las guarniciones de la primera fase una vez que hubieran triunfado y estabilizada la victoria, para acudir en ayuda.

Por último quedaban las zonas que no contaban con guarniciones militares, que por tal motivo pasaban a depender de la actitud que pudieran tomar los mandos de la Guardia Civil.

Como se observa este era el plan establecido por el general Mola poniendo en vanguardia al Ejército de África y confiando en el seguimiento de los jefes y oficiales comprometidos.

Frente a la opinión extensamente planteada, se trataba de un movimiento organizado y preparado por los militares, en su inmensa mayoría africanistas y sobre todo antiazañistas con el apoyo y refuerzo de integrantes de la Unión Militar Española – U.M.E., que se realizaba contra el Gobierno del Frente Popular, no contra la forma de Estado, es decir, no se pretendía reemplazar la República por una vuelta al régimen monárquico anterior, de ello puede darnos fe el apoyo y la presencia de los generales declarados claramente como republicanos, como fueron los casos de Miguel Cabanellas y Gonzalo Queipo.

Sin duda, existía en la mente de los militares la imagen de establecer un nuevo Directorio Militar similar y al estilo al del general Primo de Rivera, como lo demuestra el hecho de que no se planteo de forma inicial la forma del Estado (monarquía o república) o del tipo de bandera a utilizar.

La España del año 1936 había llegado a un callejón sin salida o si se prefiere a un punto sin retorno en la división entre los españoles, digamos a un estado de lucha por la implantación de la lucha a muerte entre revolución y contrarrevolución. Dos formas que llevaban a la aniquilación de los unos contra los otros.

Tal era el clima de violencia política, consúltese la amplia hemeroteca de la época republicana, donde se tendrá amplio testimonio de los asesinatos de carácter político, así como de los constantes atentados que iban en aumento día a día. Acciones violentas que conllevaban la correspondiente represalia. Desembocando en los conocidos como «sucesos del 12 y 13 de julio» donde cayeron entre otros del teniente del Cuerpo de Seguridad y Asalto – Guardia de Asalto e instructor paramilitar de las Juventudes Socialistas que a su vez provocaría la represalia que le costaría la vida, a mano de un escuadrón de la muerte formado por guardias de asalto y miembros de la escolta personal de Largo Caballero más conocidos como «la motorizada» del líder y representante de la extrema derecha monárquica José Calvo Sotelo.​

Así como el catalizador que precipitó y polarizó las tibias adhesiones, borrando dudas y resquemores fue el asesinato del líder de Renovación Española José Calvo Sotelo la madrugada del 12 al 13 de julio del mismo año, es decir cuando a manos de las fuerzas de asalto y milicias socialistas fue ejecutada la sentencia de muerte anteriormente dictada por el socialista Ángel Galarza Gago: “Pensando en su Señoría (José Calvo Sotelo) encuentro justificado todo, incluso el atentado que le prive de la vida” pronunciadas el 01 de 07 de 1936, tal como consta en el Diario de Sesiones del Parlamento Republicano, y corroborada el 11 de julio de 1936 por las palabras de Dolores Ibárruri Gómez “La Pasionaria”: “Este es tu último discurso” o “Este hombre ha hablado por última vez”, eliminadas del citado Diario de Sesiones, pero de cuya autenticidad como divergencia nos las dan testigos tan dispares como Salvador de Madariaga y Rojo en 1979 y otro testigo menos sospechoso tal vez como Josep Tarradellas i Joan en 1985. Divergencias entre una formula u otra, lo indudable es que en aquellas fechas ya se había emitido sentencia de muerte contra el político. Tan solo queda que fuera ejecutada como así sucedió en la mencionada noche del 12 al 13 de julio.

 


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